Sin saber porquè, ni adonde, tampoco con quien me encontraba caminando en un camino de tierra que no prometìa mucho. Recuerdo que caminamos bastante tiempo, cuesta arriba, y mas adelante pasò de ser tierra a piedras grises y pequeñas. Luego dejò de ser cuesta arriba a que tengamos que escalar de tan empinado trayecto.
Al fin llegamos a la cima y pude apreciar el espesor de las piedras de la punta de la "montaña" con mis manos. Las piedras pasaron a ser una suerte de tapial en el que con la presencia que me acompañaba nos dispusimos a mirar que habìa del otro lado. Se podìa apreciar cuanto habiamos subido, era una montaña simètrica. Hubo mucha alegrìa y sorpresa, pero fallò...
Nunca me conformè, ni me voy a conformar con algo que halla fallado, asì que con èl o èlla volvimos a hacer el mismo camino empezando desde el principio y èsta vez si funcionò. Del otro lado pasaba un arroyo muy angosto que no estaba muy lejos y al mirarlo daba una sensaciòn ùnica de frescura... Detràs del arroyo yacìa una casa muy seductora, y todo lo que habìa del otro lado era perfecto y lograba sacar a cualquiera que aprecie semejante paisaje, una gran sonrisa... ¿Serìa èsta la tierra prometida? No creo, parecìa tratarse de una realidad. Còmo por ejemplo: El camino: nuestro arduo trayecto por la vida. La cima y el otro lado representando la muerte, la misteriosa y tan temida muerte, esos cinco segundos...
ZeVa
domingo, diciembre 19, 2004
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario