miércoles, junio 18, 2008

Atencion: nuevos links!

Se suman a la larga lista de la derecha 4 nuevos blogs:
1.
Akahatá: tu dealer literario


2.
kaos en la ciudad




3.
Memorias de un fibrón







4.
Careta en mano









Además eliminé los links que no funcionaban y arreglé otros!

sábado, junio 14, 2008

Metropolis I

Quizo adentrarse en el infierno y lo hizo, paseó por la metropolis. Andando por allí, su mente comenzó a hilvanar palabras y no pudo contener un decir que escapaba a la cuestion de la voluntad. Decía en voz alta para asombro de las baldosas que ya nada les sorprende:

"Olores mixtos, miradas furtivas, capitales foráneos, gritos sordos, baches, parches, mugre, carcajadas maléficas, inocencias bastardeadas, ventajas codiciadas, venenos en oferta y antídotos ilegales, llantos apagados, tristezas maquilladas, voluntades pisoteadas, pisadas olvidadas.
¡Este era el horizonte hace no mucho tiempo!".

Demas está decir que nadie se inmutó.

Tienes algo (en realidad sólo crees que lo tienes)

Que es en realidad ausencia

Lo concibes como algo

Para que deje de ser nada

¡Lo tienes!

Te esfuerzas por creetelo

Lo puedes agarrar

Lo tienes

Lo tomas

No lo puedes beber

Le construyes una identidad

Lo admiras

Te supera

Le das tu mano

“La cosa” te da su mano

¿Tiene manos?

Si quieres que las tengas: Tiene manos

Ahora se acompañan mutuamente

De cara

La escena transcurría ahí nomás, en el planeta tierra. Era un grupo de aproximadamente ocho personas que se había organizado en círculo sin haberlo premeditado. La intención colectiva era prender el fuego, o al menos eso pensó equivocadamente Miguel quien concretamente se preocupaba por encontrar la manera de prenderlo. A los del colectivo redondo, que tenían sus manos en los bolsillos, les preguntaba si tenían fuego… Le preguntó a uno, a dos, y luego a todos: ¿Alguien tiene fuego? Y el tercero consecutivo ofreció su encendedor. Miguel agarró el encendedor y le dijo: “La típica de siempre”. Tres o cuatro litros de segundos gotearon lentamente. Y Miguel pensó que sería bueno aclarar: “Después te explico porque es la típica de siempre”. Y comenzó a prender el fuego.
Sucedió que en algún momento el azar se transformó en regla. Y a las reglas del azar no las podemos transgredir.